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La horrible experiencia de escapar para salvar mi vida es algo que agradezco a diario haber logrado evitar. La Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) nos dice que ahora estamos siendo testigos de los mayores niveles de desplazamiento que jamás hayan sido registrados. El número de gente obligada a dejar sus hogares continúa aumentando; el número de personas que deben buscar refugio en otros países no muestra señales de reducirse. No estoy confundida al pensar cuán afortunada soy.

Para cualquier país, una crisis de refugiados tiene el potencial de convertirse en un problema políticamente tóxico y retorcido. El enfrentarse con un desafío de esta magnitud hace que la gente se sienta a la defensiva, abrumada y asustada.

He escuchado argumentos tales como;

¿Porqué deberíamos ayudar a alojar a refugiados? ¡Nosotros tenemos nuestros propios problemas! ¡No tenemos los recursos! ¿Porqué deberíamos dar vivienda a la gente que viene de afuera cuando ni siquiera podemos atender a quienes ya están aquí?” y “Yo pago mucho dinero por mi casa y no veo porqué otra persona debería tener un tratamiento especial”.

La forma en la cual muchas personas han llegado a ver la vivienda – como una inversión; una pensión; un símbolo de estatus; un instrumento de generación de ingresos – hace que estas respuestas parezcan lógicas. Pero necesitamos reajustar nuestra mentalidad y nuestra compasión.

Cuando mi hijo de 5 años habla sobre la crisis de refugiados, utiliza naturalmente en un nivel de humanidad que generalmente no se encuentra presente en los debates entre adultos. Pregúntele a un niño qué necesita una persona sin hogar; la respuesta es simplemente “un hogar”. Encuentro que los niños tienen un agudo sentido natural de derechos humanos – su egocentrismo los hace irónicamente más sensibles a los problemas de los otros, porque piensan sobre cómo sería eso para ellos. Mi hijo de 5 años sabe instintivamente que un hogar seguro está inexorablemente conectado con los derechos humanos.

Leilani Farha, la Relatora Especial de la ONU sobre el derecho a la vivienda y una de nuestros jueces de los Premios Mundiales del Hábitat, lo dice mejor:

…porque la vivienda adecuada es crucial para las condiciones sociales necesarias para la dignidad humana, está íntimamente conectada con el derecho a la vida.

Nos estamos haciendo a nosotros mismos la pregunta equivocada. No podemos escondernos de la realidad del sufrimiento humano, o de lo que significa ignorarlo en cuanto a nuestra propia humanidad. La aceptación internacional de la Declaración Universal de Derechos Humanos significa que tenemos una responsabilidad sobre unos y otros como seres humanos en un mundo inestable. La pregunta no es ¿Porqué deberíamos ayudar a alojar a refugiados?” sino ¿Cómo ayudaremos a alojar a refugiados?”

Cómo se ha hecho

Estoy en mi 4to año en la World Habitat y aprendiendo todo el tiempo sobre cómo se brinda vivienda adecuada de muchas formas a través del mundo. Cada comunidad es diferente, cada país es diferente, y cada lugar tiene sus desafíos. Pero estoy descubriendo que existe una verdad universal en cuanto a la provisión de vivienda, incluso en las circunstancias más desesperadas. Allí donde hay voluntad, existe una manera de lograrlo.

He destacado un par de ejemplos de los Premios Mundiales del Hábitat que han respondido la pregunta ¿Cómo ayudaremos a alojar a los refugiados?” Son un recordatorio de lo que es posible cuando la gente se enfoca en responder no el ¿porqué?” sino el ¿cómo?”:

U Focularu: The Home Village (Italia, Finalista 2006): Un pequeño pueblo en el sur de Italia con una población decreciente recibió con los brazos abiertos a más de 1.000 personas de Kurdistán que buscaban asilo en 1997. La acción llevó a la regeneración de propiedades locales, la economía local, y mejoró el bienestar cultural y social del pueblo.

El pueblo de Badolato acogió a refugiados que lograron sentar raíces y ayudaron a revitalizar a la comunidad local

 

El Programa de Mediación en Alquiler (España, Finalista 2011): Esta iniciativa ayudó a desarrollar confianza y relaciones entre inquilinos vulnerables y propietarios cautelosos, creando hogares y comunidades estables y mejorando la oferta de hogares para personas de bajos recursos – incluyendo a los refugiados.

El Proyecto de Refugio Urbano (Jordania, Finalista 2016): Una organización que ayuda a los refugiados en el contexto actual, y que también regenera propiedades que de otra forma serían dejadas vacías. El Proyecto de Refugio Urbano está creando un impacto positivo en la comunidad local. Significativamente, también está ayudando a aquellos que buscan refugio, mientras que reconoce sus capacidades, respetando su humanidad y apoyando sus derechos.

El Proyecto de Refugio Urbano ayuda a resolver las tensiones entre las personas de la zona y los refugiados, mientras que asegura que las familias que reciben asistencia se mantengan involucradas e informadas sobre sus derechos.

No estoy sugiriendo que las respuestas son fáciles, ni pretendiendo ser un experto en el tema de los refugiados. Pero los ejemplos de lo que ha sido posible, en todo tipo de circunstancias, me han convencido de que las personas son capaces de encontrar soluciones. Lo que me llama particularmente la atención es la diferencia que puede lograrse cuando los refugiados (y otros grupos vulnerables) no son presentados o tratados de manera unidimensional o como un ‘caso de caridad’, sino involucrados y empoderados para reivindicar sus derechos humanos. Lo que me entristece es que, en primer lugar, sea necesario recordar a alguien sobre los derechos humanos.

Probablemente a todos nos vendría bien un baldazo de realidad de parte de un niño de 5 años…


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